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Sor Juana Inés de la Cruz

Que consuela un celoso epilogando la serie de los amores

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

sustentase de llantos y de ruego.


Doctrínanle tibiezas y despego

conserva el ser entre engañosos velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lagrimas su fuego.


Su principio, su medio y fin es este:

¿pues por que, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?


¿Qué razón hay de que dolor te cueste?

Pues no te engañó amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso.

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