La poesía hispanoamericana de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX
- Cantos Apolidas
- 2 dic 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 dic 2020
En los últimos años del siglo XIX se empezó a sentir una especie de agotamiento en el mundo literario de la América Hispana, tanto en el aspecto formal como en el temático. En España, el campo de la lírica estaba yermo y solo podía ofrecer a los escritores de América un romanticismo decadente; los jóvenes buscaron entonces sus fuentes de inspiración en Francia y muy pronto parnasianos y simbolistas fueron leídos por los hispanoamericanos.

De esta manera empezó a surgir una poesía que, alejándose cada vez más del Romanticismo, anunciaba ya una nueva orientación, dejaba entrever la aparición de un nuevo movimiento de origen americano: era el Modernismo.
Este fenómeno se advirtió en la obra de dos cubanos: José Martí y Julián del Casal; de un colombiano: José Asunción Silva; y de tres mexicanos: Justo Sierra, Agustín F. Cuenca y, sobre todo, Manuel Gutiérrez Nájera.
En el año de 1888 apareció, en Santiago de Chile, un volumen de versos y relatos breves, se llamaba Azul. Su autor era Rubén Darío, un poeta nicaragüense, pobre y desconocido, que andando el tiempo se convertiría en la figura más ilustre de las letras hispanoamericanas. Este poeta fijó las notas de la nueva tendencia, del Modernismo que "fue ante todo, un movimiento de reacción contra los excesos del Romanticismo, ya que había cumplido su misión... El punto de partida del Modernismo fue simplemente negativo: rechazar las normas y formas que no se avinieran con sus tendencias renovadoras y representaran, en cambio, el viejo retoricismo que prevalecía en la literatura española de aquel momento. Hacer la guerra a la frase hecha, al clisé de forma y al clisé de idea. Modernista era todo el que volvía la espalda a los viejos cánones y a la vulgaridad de la expresión. En lo demás, cada cual podía actuar con plena independencia".

Al iniciarse el siglo XX, Hispanoamérica vivía todavía en pleno Modernismo, pero a medida que el tiempo avanzó, se empezó a sentir una vaga inquietud que se tradujo en una búsqueda de nuevos caminos. No pudo darse, en un principio, un rompimiento total con la escuela de Darío y aunque los autores de alguna manera siguen sometidos al Modernismo, se advierte cómo se le diversifica con ciertos matices que este movimiento había negado o descuidado.
Así surgen nuevas tendencias con otras directrices y aunque se siguen conservando algunos rasgos modernistas, ya se advierten diferencias y características específicas. He aquí algunos de los caminos que siguen los poetas posteriores a Darío.
El paisaje, lo cotidiano y la provincia volcados en formas sencillas que muestran sentimientos o emociones de los autores, son el eje y la esencia de la mexicanidad de Ramón López Velarde.
Un mundo de angustias, desgarramientos interiores, desesperanza y frustración se advierte en la obra de la argentina Alfonsina Storni y en buena parte también en las poesías de Ramón López Velarde.
El amor en todas sus variantes se manifiesta en la generación más rica de poetisas de América del Sur. Apasionado y Rebelde en Juan de Ibarbourou; erótico y sensual en Delmira Agustini; panteísta en Gabriela Mistral; fracasado e impotente en Alfonsina Storni.
Fuente:
Lozano, L. (2000). La poesía hispanoamericana de los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX. In Literatura II (pp. 15–16). Libris Editores.
Comments